sábado, 14 de noviembre de 2015

Patrimonio Mundial, 2015 - Cueva de Altamira


La Cueva de Altamira, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1985, está situada en el término municipal de Santillana del Mar (Cantabria), fue el primer lugar del mundo en el que se identificó la existencia del Arte Rupestre durante el Paleolítico superior. El hallazgo fue hecho por el estudioso Marcelino Sanz de Sautuola, quien visitó la cueva por primera vez en 1875, época en que la ciencia oficial no admitía la existencia del arte en el periodo paleolítico. Durante más de 20 años la comunidad científica internacional se negó a asumir la veracidad de las pinturas y entabló disputas sobre el tema, hasta que, en 1902, el prehistoriador francés E. de Cartailhac publicó “Mea Culpa d’un sceptique”, reconociendo el valor original. A partir de entonces la cueva se convirtió en el lugar de encuentro de los investigadores sobre la historia y la evolución del hombre. 

La cueva tiene más de 270 metros de largo, con un trazado irregular por distintas salas, cubiertos de pinturas hechas hace unos 15.000 años. El más famoso es el techo de los polícromos, con figuras de grandes caballos de color rojo, bisontes, ciervos, toros, manos pintadas en positivo y en negativo, signos, puntos y otras representaciones. Para pintar utilizaron pigmentos naturales: los rojos o pardos eran obtenidos del óxido de hierro y el negro, del carbón, aplicados bien directamente o disueltos en agua. Para dar mayor volumen y sensación de relieve a las figuras, los artistas primitivos aprovecharon los salientes del techo y de las grietas. La cueva reúne unos 70 grabados en la roca y cerca de 100 figuras pintadas, constituyendo el yacimiento rupestre más importante de la historia de la Humanidad en el Paleolítico superior. En la misma se encontraron, también, objetos de sílex, huesos, restos de fauna y conchas que han servido para fijar la época de la cueva y de sus pinturas polícromas.


No es posible separar la pintura del grabado y viceversa, en algunas ocasiones unidos en el mismo trabajo y en otras en trabajos que comparten el espacio. En el caso de Altamira se encuentran pinturas, grabados y pinturas con grabados, de distintas escuelas, estilos o épocas y de distintas calidades técnicas. Es importante entender que la habitación de la cueva de Altamira se produjo durante miles de años y en periodos de tiempo no continuos, de ahí la acumulación de estilos y las diferencias entre ellos. La calidad de los trabajos de Altamira, como la de otras muchas cuevas, nos asegura que las herramientas utilizadas, tanto para grabados como para dibujos y pinturas, eran equiparables a las de los artistas de época histórica. Así por ejemplo, los buriles de sílex ofrecen una calidad de corte altísima; y las pinturas, masillas y otros pigmentos permiten adaptación a los soportes utilizados, etc. La evolución del arte no es como la de la tecnología, ya que no acumula sus innovaciones como, por ejemplo, lo haría un proceso de fabricación de vehículos.

La Cueva de Altamira es motivo de esta emisión formada por una hoja bloque que, impresa con un ligero relieve para simular el original de la caverna, reproduce una de las pinturas rupestres más conocidas que es el techo de los polícromos, con figuras de grandes caballos de color rojo, bisontes, ciervos y toros. Para pintar utilizaron pigmentos naturales: los rojos o pardos eran obtenidos del óxido de hierro y el negro, del carbón. En el sello aparece la moneda de la Cueva de Altamira puesta en circulación en 2015.

Características:

Hoja Bloque
Formato de la hoja: 150x104,5 mm.
Formato del sello circular: 32 mm.
Procedimiento impresión: Calcografía y Offset

Prueba de artista
Formato de la hoja: 150x104,5 mm.
Procedimiento impresión: Calcografía y Offset

Sello Plata
Composición: Plata 999 milésimas
Peso: 0,85 gr.
Espesor: 0,10 mm.
Relieve: 0,17 mm.
Diámetro: 32 mm.

Moneda
Valor facial: 2 euro
Peso: 8,50 gr.
Diámetro: 25,75 mm.
Anverso: Cueva Altamira
Reverso: Mapa de Europa


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